Escrito por: Ernesto Sanguinetti Remusgo, ingeniero asesor y consultor de refrigeración y climatización – gerente de la división de ingeniería de Cold Import S.A. en Lima – Perú
Nuestro planeta Tierra devolvía al espacio energía térmica mediante radiaciones de onda larga (infrarroja) en la misma cantidad de energía en onda corta (ultravioleta y luz visible) proveniente del Sol, manteniendo un equilibrio térmico que permitía tener temperaturas atmosféricas estables de acuerdo a las estaciones y ubicación geográfica de los continentes. Los climas y sus temperaturas a lo largo de los años eran previsibles; pero debido a las emisiones cada vez mayores de ciertos gases (emisiones antropogénicas porque son causadas por el hombre), la temperatura de la atmósfera está aumentando porque la Tierra devuelve al espacio cada vez menos de energía de la que está recibiendo del sol, debido a que esos gases dificultan la salida de energía hacia el espacio. Esos gases producen el “efecto invernadero” produciendo lo que se denomina calentamiento atmosférico o calentamiento global.
Estudios demuestran que desde 1850 hasta ahora ha habido un incremento de la temperatura de la atmósfera de aproximadamente 1°C y si la tendencia actual del crecimiento de emisiones de esos gases continúa, al final del siglo podríamos llegar a aumentos de 3 a 4°C, con consecuencias funestas e irreversibles para nuestro planeta. Felizmente los países han firmado protocolos, acuerdos y convenios que ojalá se cumplan para no llegar a esos extremos.
El rastro de los gases efecto invernadero (GEI) que dejan las actividades humanas se conoce como huella de carbono. Los gases que principalmente producen éste efecto son: el metano (CH4), el óxido de nitrógeno (N2O), los hidrofluorocarbonos (HFCs), los perfluororcarbonos (PFCs), el hexafluoruro de azufre (SF6) y el dióxido de carbono (CO2).
A pesar de que son varios los GEI, al “Indicador Ambiental” de los efectos de esos gases se ha denominado huella de carbono porque el más abundante y el que más ha contribuido al calentamiento global es el dióxido de carbono (CO2) y es por ello que para todos los GEI se acostumbre a expresar sus huellas en equivalente de toneladas de CO2 emitidas.
Importante es saber que el continuo aumento de este gas en la atmósfera se debe a que es uno de los productos obtenidos en procesos de combustión de diversos combustibles (madera, carbón, petróleo, gas natural). Para producir electricidad queman cualquiera de esos combustibles para accionar por ejemplo un motor a gasolina o a petróleo (grupos electrógenos) o en cualquier tipo de caldera (centrales térmicas). Inclusive la combustión es el proceso característico de los motores de la mayor parte de los vehículos de transporte terrestre, aéreo o marítimo y de muchos procesos industriales. Antes de la era industrial la concentración atmosférica de CO2 era de aprox. 280 ppm, y con los años ha venido creciendo de forma continua hasta llegar en los últimos años a bordear las 420 ppm.
La función de la fotosíntesis de los árboles y vegetales en general y la absorción de CO2 por parte de los océanos son las principales vías de fijación del gas para reducir su presencia en la atmósfera, por ello la deforestación de bosques se considera como una causa de tener mayores emisiones de CO2.
La Huella de Carbono Personal:
Es la que origina cada persona en su vida cotidiana al viajar en su propio vehículo o en un taxi, al cargar su teléfono celular, al utilizar su PC o lap top, en la iluminación, al utilizar sus electrodomésticos como su TV, su refrigeradora o su equipo de aire acondicionado, al cocinar y cualquier otra actividad doméstica que consuma electricidad o calor de combustión. Como promedio, se estima que cada habitante del planeta genera emisiones entre cuatro y seis toneladas anuales de CO2.
La Huella de Carbono Corporativa o Empresarial:
Es aquella que se origina durante la obtención de materias primas, el procesamiento, la producción masiva, el envasado y la distribución de diversos productos hasta la etapa de uso y su transformación en un residuo que puede seguir diversos caminos: reutilizarse, reciclarse o desecharse en un vertedero. También está la que se origina durante los eventos como conciertos, espectáculos o competencias deportivas, entre otros. Para controlarlas y/o reducirlas las compañías suelen tener la opción de reducir o compensar su huella de carbono, buscando formas de mejorar su eficiencia energética, tratando de consumir energía de origen 100 % renovable, realizando campañas de sensibilización, invirtiendo en proyectos medioambientales, entre otras acciones.
En el caso de las personas que nos dedicamos a la refrigeración y al aire acondicionado además de lo anteriormente manifestado tenemos una mayor responsabilidad porque si no somos cuidadosos dejaremos una mayor huella de carbono porque: podemos provocar fugas (intencionales y no intencionales) de los fluidos refrigerantes hacia la atmósfera, o cuando realizamos una mala instalación que obliga a modificaciones, o cuando no realizamos mantenimiento de los equipos o cuando lo hacemos mal, o cuando realizamos un mal cálculo y sub/sobre dimensionamos equipos, cuando no usamos herramientas e instrumentos adecuadas ni los controles adecuados, cuando no escogemos el refrigerante con bajo PCA o GWP (en equipo nuevo o en el cambio de refrigerante en equipo existente) y/o cuando no seleccionamos un nuevo equipo de alta eficiencia energética.
Potencial de Calentamiento Atmosférico:
Para medir la huella de carbono se ha creado el término: Potencial de Calentamiento Atmosférico (PCA). El PCA es una medida relativa del efecto de calentamiento que produce un gas cuando está en la atmósfera. En inglés: Global Warming Potential (GWP).
El PCA indica la cantidad de calor atrapado por una tonelada de un gas que se ha escapado hacia la atmósfera en relación con la cantidad de calor atrapado por una tonelada de CO2 en la atmósfera durante un determinado periodo de tiempo.
Se eligió el CO2 como gas de referencia, dándole PCA = GWP = 1. Así, el metano tiene GWP = PCA = 21 a 28; el óxido nitroso tiene GWP = PCA = 296; el hexafluoruro de azufre tiene GWP = PCA = 176
El PCA de la mayoría de los refrigerantes HCFC y los HFC supera en miles de veces el del CO2. Por ejemplo, el HCFC-22 tiene un PCA de 1810 y el HFC-134a tiene un PCA de 1430. Esto significa que las emisiones de 1 tonelada de gas refrigerante HCFC-22 y de una tonelada de HFC-134a hacia la atmósfera contribuirían al calentamiento global lo mismo que la emisión de 1810 y 1430 toneladas de CO2, respectivamente, emitidos hacia la atmósfera.
Para un mismo gas, se pueden encontrar valores de PCA diferentes según las publicaciones y existen dos principales motivos para ello:
a) Los valores del PCA se pueden definir para medir el impacto en diferentes escalas de tiempo: a 20, 100 o 500 años. Ello da diferentes valores de PCA para cada una de estas escalas de tiempo. Normalmente se usan los valores de 100 años.
b) Los valores de PCA publicados se han ido actualizando varias veces en los últimos 20 años haciendo pruebas cada vez más precisas, por ello se encuentran variaciones.