La climatización adiabática ionizada mejora la calidad del aire en hospitales, reduciendo infecciones y el consumo energético.
La calidad del aire en los entornos hospitalarios es un factor crucial para la salud pública, especialmente debido a las infecciones nosocomiales, que se originan en estos espacios y representan una amenaza seria tanto para los pacientes como para los sistemas de salud. Estas infecciones no solo ponen en peligro la vida de quienes se encuentran hospitalizados, sino que también afectan negativamente la reputación de las instituciones médicas y generan altos costos económicos. Por ello, la prevención es fundamental, y una de las soluciones más efectivas radica en garantizar un adecuado tratamiento del aire en los hospitales.
En este contexto, Green Eco, fabricante español de equipos de climatización y refrigeración, ha destacado la importancia de asegurar un aire limpio y seguro en los hospitales. Rafael Cruz, CEO de la empresa, enfatizó que «si nos tuviéramos que beber el aire que respiramos, no nos atreveríamos a tocar el vaso», una metáfora que ilustra de manera contundente lo esencial que es el control de la calidad del aire en espacios críticos como los centros de atención médica. Asegurar que el aire que circula por estas instalaciones sea seguro es, por tanto, una necesidad que no debe ser subestimada.
Una de las soluciones innovadoras que Green Eco propone para abordar este desafío es la climatización adiabática ionizada. Este sistema no solo renueva el aire de manera eficiente, sino que también reduce el consumo energético hasta en un 85% en comparación con los sistemas convencionales. La climatización adiabática ionizada funciona mediante un diseño que integra ventilación, ionización y enfriamiento adiabático, todo sin el uso de gases refrigerantes. Además, es una solución adaptable a diferentes climas, incluso a los más húmedos.
A diferencia de los sistemas tradicionales, que dependen de la filtración pasiva para atrapar los patógenos, la ionización adiabática tiene la capacidad de eliminar virus, bacterias y otros contaminantes en cuestión de décimas de segundo. Esto no solo asegura una renovación completa del aire interior, sino que también elimina patógenos sólidos, líquidos y gaseosos. De esta forma, se mejora la calidad del aire que respiran tanto los pacientes como los profesionales de la salud, se eliminan malos olores y, lo más importante, se reduce el riesgo de contagio por contacto al minimizar la posibilidad de que los patógenos se adhieran a las superficies.
Fuente: Climanoticias.com