El control del pH en las torres de refrigeración previene incrustaciones, mejora la eficiencia y reduce costos de mantenimiento.
Las torres de refrigeración desempeñan un papel fundamental en la eficiencia de numerosos procesos industriales, garantizando un intercambio de calor efectivo. Sin embargo, un aspecto crucial para su funcionamiento óptimo es el control del pH del agua que circula en estas torres. Aunque pequeños cambios en este parámetro pueden parecer irrelevantes, en realidad, tienen un impacto significativo en la formación de incrustaciones y la eficiencia operativa. La química de las torres de refrigeración, aunque a menudo pasa desapercibida, es esencial para mantener la estabilidad y el rendimiento de los equipos.
Uno de los principales factores que influye en la formación de incrustaciones es el pH, especialmente en la presencia de compuestos como el carbonato de calcio y la sílice. Estos elementos son muy sensibles al pH, lo que significa que si no se controla adecuadamente, pueden precipitarse y formar depósitos duros que obstruyen las superficies internas de las torres, aumentando los costos de mantenimiento y el riesgo de fallas en los equipos. Por ello, el control preciso del pH se vuelve indispensable para evitar estos problemas y garantizar la continuidad de los procesos.
En este sentido, el ácido sulfúrico (H₂SO₄) juega un papel clave al neutralizar el exceso de alcalinidad en el agua, impidiendo la formación de incrustaciones. Sin embargo, es importante señalar que la reducción del pH también puede aumentar los sólidos disueltos totales (TDS), lo que hace aún más relevante un control adecuado. Además, el comportamiento de la sílice, especialmente cuando el pH excede ciertos límites, puede hacer que se formen compuestos como el silicato de magnesio, lo cual complica aún más la gestión del sistema y reduce la eficiencia de la torre de refrigeración.
Por último, los ciclos de concentración (COC) son otro factor que debe tenerse en cuenta. Este indicador permite medir la eficiencia de la torre, ya que un pH y una alcalinidad altos pueden generar mayores concentraciones de compuestos en el agua. Un control adecuado de los ciclos, junto con un monitoreo constante del pH y la dosificación precisa de productos químicos, es esencial para mantener el equilibrio en el sistema. De esta manera, se reduce el riesgo de formación de incrustaciones, se optimiza el uso del agua y se prolonga la vida útil de los equipos, lo que se traduce en menores costos operativos y menos tiempo de inactividad.
Fuente: Water Treatment Industry Group
